lunes, 15 de abril de 2013

Saberse explorador.

Saberse explorador hoy es una sensación agridulce, solitaria y poco entendida por la gran mayoría. Saberse espeleólogo yo se puede decir a la ligera. Saberse comprometido y dedicado a una disciplina que te lleva de la mano por la vida sin abandonarte un solo segundo durante toda tu existencia es intenso, exigente y ante todo sincero contigo mismo.
Por eso cuando te topas con esas personillas histriónicas y alocadas que pasean a voces por una cueva, soltando fotos sin sentido y alegremente abandonan la cavidad casi pensando en lo que van a visitar la proxima salida, te lleva a la reflexión, te lleva a un estado de miedo inexplicable y te planteas serias dudas sobre lo que la gente piensa sobre la espeleología, sientes miedo por todo aquello que has descubierto y publicado y sientes recelo de volver a hacerlo -publicar- llegado el momento. Y además cuesta cada vez más encontrarse con auténticos espeleólogos, gente con la mirada seria y confiada, gente que vive por y para la exploración, gente que no necesita hacer espeleo cada fin de semana pues hacen espeleología cada día en su cabeza y retoman, redibujan, redactan, procesan toda esa información valiosa que han sacado del subsuelo y disfrutan haciendolo.
Hace ya mucho que las personas brincan de una cueva a otra, llevados mil veces por el mismo sendero sin preguntarse siquiera: ¿que hay en ese hueco de la pared?, no hay tiempo tenemos solo 3 horas y la comida nos espera, venga ! hazme una foto! Podríamos pensar que vienen con una empresa de esas que se han especializado en llevar gente con posibles de aquí para allá, pero muchas veces son grupos enteros de los llamados espeleológicos, nuevos o viejos da lo mismo, federados, formados (en la técnica vertical y poco más) y perfectamente equipados establecen su listado de cavidades a visitar, piden los permisos oportunos y se creen tranquilos al respetar lo que las normas dicen, incluso se abstienen de coger incluso una formación rota del suelo, son respetuosos con el entorno en la medida que saben o pueden pero su sola presencia ya está agrediendo la caverna. Inclusive sus fotos rápidas sirven de reclamo para otros no tan respetuosos, otras huellas en el barro más.
Me consta que tarde o temprano recapacitaremos, nos daremos cuenta del terrible atentado que supusieron las primeras exploraciones del siglo XX y XXI en el medio subterráneo, nos llevaremos las manos a la cabeza por lo por siempre perdido y algunos incluso identificarán culpables de un delito que no se pensaban. Mientras se haga tarde o lleguemos temprano muchas joyas subterráneas están ahora mismo destruidas sin vuelta atrás, espécies desconocidas nacidas y muertas en la oscuridad, nunca saldrán en una publicación porque no era ese el motivo de la visita.
Hay veces que uno puede llegar a pensar que salimos de una cueva para destruir el mundo y después volvimos a la caverna para destruirla también.

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